Reikí: Más allá de la sanación I
Hoy os voy a contar una historia, la historia de cómo conocí una técnica terapéutica que cambió mi vida: Reikí.
Cuando tenía 17 años, sufrí un accidente de tráfico. Me fracturé una pierna por varios sitios y tenía una herida abierta. Pasé por quirófano en una operación muy complicada y tras varios días de hospitalización, volví a casa. Estuve convaleciente todo el verano. Sin embargo, aquella convalecencia me hizo aprender muchísimas cosas. Pasé mucho tiempo en soledad y me fui conociendo mucho más a mí mismo.
Por las noches, para poder dormir, como ya llevaba suficientes dosis de fármacos para el dolor durante el día, instintivamente llevaba mis manos sobre la pierna y notaba que un calorcito agradable me calmaba, me relajaba y me dormía sin ninguna dificultad. Como tenía mucho tiempo, y un ordenador con acceso a internet, empecé a buscar documentos sobre energía porque de alguna forma sabía que aquello que yo hacía para poder dormir era una proyección de energía a través de mis manos. Así fue como di con una página sobre Reikí y leí bastante sobre el tema. Al parecer, se necesitaba de un maestro de Reikí que enseñara la técnica, así que lo que yo hacía debía ser mi propia energía vital, que de alguna forma la podía centrar sobre esa zona específica y calmar mis dolores, pero no era Reikí.
Al año siguiente, en el instituto, una compañera de clase se ofreció a ponerme las manos y habló de Reikí. Me dijo que su abuela le había enseñado la técnica cuando ella era pequeña en Israel. Las sensaciones fueron muy agradables.
Fue unos años más tarde, cuando a la hora de hacer los exámenes de la Universidad, el primer año de carrera, decidí entre estudio y estudio ir a una tienda donde me dieron una sesión de Reikí. Me encantó, me relajé muchísimo y enfoqué los exámenes de otra forma más serena y con mucha tranquilidad, sabiendo que con el estudio que había llevado a cabo, sólo tenía que confiar en mi trabajo y hacer el examen. Me hice con dos libros sobre Reikí y los leí rápidamente. Quería saber y aprender la técnica. Así que busqué maestros de Reikí, hasta que di con la persona idónea para que yo aprendiese la té犀利士
cnica y la que hoy es, además de mi maestra, una gran amiga.
Ser practicante de Reikí es para mí una bendición, es tomar la responsabilidad por el propio bienestar, por la propia salud, entendida como algo más que la ausencia de síntomas. Un sendero de amor por uno mismo y de amor hacia todo lo que nos rodea. Es armonizar nuestro Ser a nivel físico, mental, emocional y energético. Y, además, es una excelente herramienta para beneficiar también a los demás.
Desde que hice el primer nivel hasta hoy no he dejado de practicar Reikí ni un sólo día. Yo extendí Reikí a todas las áreas de mi vida y se convirtió no sólo en la herramienta fantástica de sanación que es, sino en un camino hacia mi verdadera felicidad.
La capacidad de canalizar energía es algo inherente a todos. Tomamos energía de muchas formas. Es por eso que cualquiera puede aprender Reikí. Pronto os ampliaré más información sobre esta técnica y sus incontables beneficios.
Y para quien quiera conocerla, sólo tiene que buscar algún centro donde lo hagan para probarla y comprobar por sí mismo la relajación que proporciona. Aunque Reikí, en esencia es la misma técnica la de quien la de, no en todos los centros se hace igual, ni todos los terapeutas son iguales y por tanto debemos encontrar el que más se adecue a lo que buscamos. El Terapeuta o Maestro de Reikí debe darnos confianza y sentir que es la persona adecuada. Pregúntale todo lo que necesites saber, ya que abiertamente debe darte toda la información. ¿Y cómo sentimos si es el adecuado? Simplemente escucha tu cuerpo, tus sensaciones, si son buenas, adelante, si algo no te convence, busca otra persona y compara.
Por mi parte, como Maestro de Reikí, suelo realizar cada mes unas jornadas de puertas abiertas de Reikí, donde mis alumnos practican y la gente que no conoce la técnica puede venir a recibirla de forma completamente gratuita.
Jose Miguel García.